1000 de las 8000 hectáreas del parque El Palmar de Colón, Entre ríos, fueron desbastadas en estos días por un incendio. Numerosas dotaciones trabajaron para extinguirlo y se estrenó un avión hidrante. Las causas no se han determinado aún pero muchos hablan de faltas de controles.
A la par de este suceso se conoce un informe de Greenpeace en donde se asegura que 144 millones de pesos destinados por ley a compensar a los propietarios que realicen tareas de conservación de la flora, y a fortalecer la capacidad técnica de los gobiernos provinciales fueron desviados por el jefe de gabinete, Aníbal Fernández, para “Futbol para todos”.
Desde la vuelta de la democracia la historiografía argentina siempre acuño en manuales la idea de que el mundial de futbol del 78 fue usado por el gobierno militar de entonces para alegrar a la gente y tapar la represión ilegal: secuestros, torturas y desapariciones.
El futbol llevaba una venda negra en los ojos y por años se marcó como una carencia nuestra dejar que nos endulzaran con el futbol, dejar que nos hipnotizaran y distrajeran con ese deporte que es pasión de multitudes.
Hoy, no se sabe bien porque, tenemos un redireccionamiento constante de fondos para paliar ese proyecto para nada rentable que es “futbol para todos”. Lo grave, quizás, no es que se redireccionen fondos para algo que no es vital para la población, sino que se prive de sustento monetario a áreas no sólo importantes a nivel territorial sino internacional y a futuro.
¿Qué aire respiraremos mañana si no hay fondos para paliar incendios? ¿El futbol nos oxigenara?
Este es, otro logro de este gobierno, que el historiador oficial Felipe Pigna ejemplifica bajo la figura del difunto Néstor Kirchner como “justo”.
Justo para el director de la AFA, Julio Grondona, y para los clubes. Pero no para la población entera.
martes, 9 de noviembre de 2010
Futbol para todos, aire para nadie...
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lunes, 1 de noviembre de 2010
Ni olvido...
Pasados los días de duelo es de reflexión y aclaración de conceptos. Quién murió no fue mártir ni ídolo. Simplemente un presidente más que tuvo buenos aciertos pero también grandes errores. Sin embargo estos días, y es entendible que como se acostumbra la muerte tape ciertas manchas - por decoro o por simple tradición humana-, sólo se han escuchado virtudes de Néstor Kirchner.
Pero ¿Alguien olvida el papelón diplomático de las papeleras uruguayas? ¿La inexplicable visita de Antonini Wilson a la Casa Rosada con una valija repleta de dólares? ¿Los constantes beneficios a empresas de amigos vinculados con el gobierno? ¿Skanka? ¿La procesión de carteles con gigantografías de periodistas cual marcha con estandartes nazis? ¿Y la más reciente y curiosa razón para impedir el aumento del 82% móvil a los jubilados porque según ellos además de no tener fondos agranda la brecha entre unos y otros abuelos?
Si, fue un gobierno que reactivó la militancia, pero a costo de volverla autoritaria y violenta. O sos Kirchnerista o sos gorila. Si, fue un gobierno popular escuchando la voz del pueblo y atendiendo sus demandas, pero también se calló la boca ante todos los piquetes que hubo sin importar si ello complicaba el día de un argentino que iba a su trabajo para “ayudar en el crecimiento del país”, de un padre que quería llegar con sus hijos al colegio o de una ambulancia que llevaba una persona en grave estado de salud.
Errónea también es la versión que circuló por algunos medios de que este episodio tiene cierta similitud con el último gobierno de Perón que dejó a “Isabelita” en el poder. Cristina es una mujer que está en la política hace tiempo y uno supone es capaz. Pero lo cierto es que la figura de su marido siempre estuvo presente, y era él y no ella quién sostenía el armazón del poder con que el oficialismo gobernaba: por eso sus constantes reuniones con gobernadores e intendentes “K” para negociar el envío de fondos en base a su lealtad, y por eso su forcejeo con Moyano.
Y otra diferencia más. Perón murió pero antes alcanzó a enmendar ciertos errores que su pasión política verbalizaron. Dejó de lado su famosa frase “para un peronista no hay nada mejor que otro peronista” que mutó en “para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”: reconoció en Balbín a un rival, pero también a un coterráneo, a un compañero más, porque así se llevan las cosas, sin divisiones, sin enemistades y sin cantos populares violentos.
Kirchner dividió a los argentinos y no sabemos si en algún momento esto le pesó o creyó que estaba haciendo lo correcto. La duda y su muerte obran a favor de él y hay que respetarlo. Pero el problema son los que aquí quedan. Esos que lo endiosan y que creen en sus palabras como la biblia, que no reconocen errores e idolatrándolo lo ponen en un pedestal, enfrentado a todo aquel que no sea kirchnerista, peronista, o que calle pasivamente ante las verdades parciales…
Pero ¿Alguien olvida el papelón diplomático de las papeleras uruguayas? ¿La inexplicable visita de Antonini Wilson a la Casa Rosada con una valija repleta de dólares? ¿Los constantes beneficios a empresas de amigos vinculados con el gobierno? ¿Skanka? ¿La procesión de carteles con gigantografías de periodistas cual marcha con estandartes nazis? ¿Y la más reciente y curiosa razón para impedir el aumento del 82% móvil a los jubilados porque según ellos además de no tener fondos agranda la brecha entre unos y otros abuelos?
Si, fue un gobierno que reactivó la militancia, pero a costo de volverla autoritaria y violenta. O sos Kirchnerista o sos gorila. Si, fue un gobierno popular escuchando la voz del pueblo y atendiendo sus demandas, pero también se calló la boca ante todos los piquetes que hubo sin importar si ello complicaba el día de un argentino que iba a su trabajo para “ayudar en el crecimiento del país”, de un padre que quería llegar con sus hijos al colegio o de una ambulancia que llevaba una persona en grave estado de salud.
Errónea también es la versión que circuló por algunos medios de que este episodio tiene cierta similitud con el último gobierno de Perón que dejó a “Isabelita” en el poder. Cristina es una mujer que está en la política hace tiempo y uno supone es capaz. Pero lo cierto es que la figura de su marido siempre estuvo presente, y era él y no ella quién sostenía el armazón del poder con que el oficialismo gobernaba: por eso sus constantes reuniones con gobernadores e intendentes “K” para negociar el envío de fondos en base a su lealtad, y por eso su forcejeo con Moyano.
Y otra diferencia más. Perón murió pero antes alcanzó a enmendar ciertos errores que su pasión política verbalizaron. Dejó de lado su famosa frase “para un peronista no hay nada mejor que otro peronista” que mutó en “para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”: reconoció en Balbín a un rival, pero también a un coterráneo, a un compañero más, porque así se llevan las cosas, sin divisiones, sin enemistades y sin cantos populares violentos.
Kirchner dividió a los argentinos y no sabemos si en algún momento esto le pesó o creyó que estaba haciendo lo correcto. La duda y su muerte obran a favor de él y hay que respetarlo. Pero el problema son los que aquí quedan. Esos que lo endiosan y que creen en sus palabras como la biblia, que no reconocen errores e idolatrándolo lo ponen en un pedestal, enfrentado a todo aquel que no sea kirchnerista, peronista, o que calle pasivamente ante las verdades parciales…
jueves, 28 de octubre de 2010
Respeto y silencio
Que se llame al silencio ante la muerte de alguien no es por mero capricho. El mundo en el que vivimos es anciano y en sus miles de años de existencia ha ido acumulando cierta sabiduría, no popular sino universal, que flota en el aire como un perfume sapiencial.
Cuando hay pérdida hay dolor. También hay hipocresía y ajusticiamiento. Las pasiones humanas son inexplicables y así como una persona tiene motivos muy personales, y muy ciertos, para estar a favor de una cosa, puede que otro tengo motivos igual de valiosos para expresar lo contrario.
Pero lo importante no es lo que nos diferencia, sino lo que debería hermanarnos. Ante la muerte de un presidente o ante una perdida personal.
De un lado como del otro, salvo algunas excepciones hubo silencio y respeto. Eso es justamente lo que estaba faltando. Es cierto que con Kirchner volvió el debate, pero también surgió la intolerancia y la falta de respeto. Es cierto que su gobierno tuvo logros nacionales e internacionales, pero también es cierto que como rey absolutista se subió a la sima de su castillo y negó la posibilidad de ser preguntado y repreguntado, criticado y contrariado.
Hoy, como en el funeral del ex presidente Raúl Alfonsín, es visible que eso que hace rato se perdió, el respeto, vuelve a expresarse en nuestras acciones. Es lamentable que necesitemos que alguien muera para que surja el respeto por el otro. Y además es visible que así como muchos festejaron inhumanamente el deceso, y otros aprovecharon para insultar en nombre de la patria K, probablemente la semana que viene vuelva el mismo ritmo político. El mismo ritmo al fin.
La intolerancia de un lado y del otro. Esa misma que critica los titulares “empresariales” y “oportunistas” de clarín pero que no tiene el menor reparo a la hora de llamar “traidor” al vicepresidente.
Ese será el próximo desafío: ver si esa ala progresista que llora la muerte de su líder mañana tiene el valor de frenar el juego autoritario que ha sostenido con vehemencia este ultimo tiempo, y pacificar, por el bien de la nación y por el bien del pueblo.
Mientras tanto. El silencio, frente a tanta cosa dicha, sería la mejor vía para un episodio que no merece escenificación ni carátula.
Cuando hay pérdida hay dolor. También hay hipocresía y ajusticiamiento. Las pasiones humanas son inexplicables y así como una persona tiene motivos muy personales, y muy ciertos, para estar a favor de una cosa, puede que otro tengo motivos igual de valiosos para expresar lo contrario.
Pero lo importante no es lo que nos diferencia, sino lo que debería hermanarnos. Ante la muerte de un presidente o ante una perdida personal.
De un lado como del otro, salvo algunas excepciones hubo silencio y respeto. Eso es justamente lo que estaba faltando. Es cierto que con Kirchner volvió el debate, pero también surgió la intolerancia y la falta de respeto. Es cierto que su gobierno tuvo logros nacionales e internacionales, pero también es cierto que como rey absolutista se subió a la sima de su castillo y negó la posibilidad de ser preguntado y repreguntado, criticado y contrariado.
Hoy, como en el funeral del ex presidente Raúl Alfonsín, es visible que eso que hace rato se perdió, el respeto, vuelve a expresarse en nuestras acciones. Es lamentable que necesitemos que alguien muera para que surja el respeto por el otro. Y además es visible que así como muchos festejaron inhumanamente el deceso, y otros aprovecharon para insultar en nombre de la patria K, probablemente la semana que viene vuelva el mismo ritmo político. El mismo ritmo al fin.
La intolerancia de un lado y del otro. Esa misma que critica los titulares “empresariales” y “oportunistas” de clarín pero que no tiene el menor reparo a la hora de llamar “traidor” al vicepresidente.
Ese será el próximo desafío: ver si esa ala progresista que llora la muerte de su líder mañana tiene el valor de frenar el juego autoritario que ha sostenido con vehemencia este ultimo tiempo, y pacificar, por el bien de la nación y por el bien del pueblo.
Mientras tanto. El silencio, frente a tanta cosa dicha, sería la mejor vía para un episodio que no merece escenificación ni carátula.
martes, 21 de septiembre de 2010
13 años (y algo queda...)
Hace exactamente 13 años un sueño terminaba. Tiempo después lo reviviríamos, pero esa es otra historia muy diferente. Por casi 15 años Soda Stereo había explotado los escenarios de Argentina y Latinoamérica entera, y ese derrotero de vitalidad, rock y poesía finalizaba con un conmovedor concierto en el estadio River Plate, en vísperas de la primavera.
Luego se supo que la relación entre sus integrantes no era la mejor, que llegaban a ese final con un cansancio respecto de si mismos y de sus compañeros de banda. Pese a todo era una forma de cerrar aquel hontanar cultural que no sólo influencio a otros artistas nacionales, sino también extranjeros, que no se consumió a si mismo con la fama sino que supo invitar a otros a la fiesta; inolvidable es la versión de “En la ciudad de la Furia”, que interpretaron junto con la colombiana Andrea Echeverry (cantante de Aterciopelados).
Y entonces, en esa primavera, cuando las flores se abren, cuando el frío bonaerense pierde fuerzas y se retira a su bórea morada, también se llevaba algo más. Algo más que no era sólo una banda de rock, sino una etapa importante en la vida de muchas personas, incluyéndolos a ellos.
El recital había finalizado con “De música ligera”, y en las frases finales Cerati repetía una y otra vez “nada más queda”. Cuan errado estaba. Afortunadamente. A sabiendas…
Los músicos nunca los olvidaron, la gente menos. Soda Stereo es un pasaporte de amistad y esfuerzo, de dulzura y euforia. Las canciones quedaron y el sentimiento también. Quizás en algún lugar de Latinoamérica en este momento alguien pone “Trátame Suavemente” mientras hace el amor con su chica, otro tal vez coloque “ella uso mi cabeza como un revolver” para olvidarla… alguna fiesta incluirá entre su repertorio “Dietético” o “Vitaminas”, y quizás algún otro nostálgico suba el volumen y le de play a “Primavera 0”.
¿Cómo olvidar a Soda Stereo? ¿Cómo olvidar a Cerati, Charly y Zeta? Si en realidad algo queda…
Luego se supo que la relación entre sus integrantes no era la mejor, que llegaban a ese final con un cansancio respecto de si mismos y de sus compañeros de banda. Pese a todo era una forma de cerrar aquel hontanar cultural que no sólo influencio a otros artistas nacionales, sino también extranjeros, que no se consumió a si mismo con la fama sino que supo invitar a otros a la fiesta; inolvidable es la versión de “En la ciudad de la Furia”, que interpretaron junto con la colombiana Andrea Echeverry (cantante de Aterciopelados).
Y entonces, en esa primavera, cuando las flores se abren, cuando el frío bonaerense pierde fuerzas y se retira a su bórea morada, también se llevaba algo más. Algo más que no era sólo una banda de rock, sino una etapa importante en la vida de muchas personas, incluyéndolos a ellos.
El recital había finalizado con “De música ligera”, y en las frases finales Cerati repetía una y otra vez “nada más queda”. Cuan errado estaba. Afortunadamente. A sabiendas…
Los músicos nunca los olvidaron, la gente menos. Soda Stereo es un pasaporte de amistad y esfuerzo, de dulzura y euforia. Las canciones quedaron y el sentimiento también. Quizás en algún lugar de Latinoamérica en este momento alguien pone “Trátame Suavemente” mientras hace el amor con su chica, otro tal vez coloque “ella uso mi cabeza como un revolver” para olvidarla… alguna fiesta incluirá entre su repertorio “Dietético” o “Vitaminas”, y quizás algún otro nostálgico suba el volumen y le de play a “Primavera 0”.
¿Cómo olvidar a Soda Stereo? ¿Cómo olvidar a Cerati, Charly y Zeta? Si en realidad algo queda…
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sábado, 31 de julio de 2010
jueves, 15 de julio de 2010
Que facil y que inconsciente es ser progresista
Ya se perdió todo. Porque hasta ser progresista es una cuestión de actitud, es pura moda, es puro presente, y por tanto es irreflexión. Nuevamente la juricidad entró en conflicto con los valores, con algo que está más allá de la discusión barrial y ganó lo inmediato. El debate que debía haberse prolongado se acortó, y el resultado ya es inmodificable. Dirán, ¿para que per-der más tiempo en esto? ¿Por qué perpetuar la negación de derechos a una persona? Muchos defensores del proyecto aprobado arguyeron que no habrá matrimonios o adopciones en masa a partir de la publicación en el boletín oficial, entonces ¿cuál era el apuro?
Renovado estaba el ánimo de la sociedad el año pasado cuando diputados no oficialistas fue-ron electos, se suponía que esto iba a darle energía, vitalidad y lucidez al congreso. Pero hoy acecha a la sociedad, nuevamente, el temor que detrás de este proyecto controversial, que ya es ley, haya una jugada política como en otros que han sido o esperan a ser tratados, como la ley de medios, el proyecto de protección de los glaciares o el aumento de las jubilaciones.
No resulta extraño también que un gobierno que siempre se caracterizó por mantener viejos mitos políticos, o construirlos, luego de enfrentarse con los “oligarcas” del campo, los grandes grupos de medios “monopólicos”, los “gorilas”/”fachos”, ahora elijan enfrentarse con los “conservadores” católicos.
Esta artimaña que siempre fue notoria, y que parece que también tuvo injerencia en el trata-miento del matrimonio gay, no debería ser una practica constante, no debería ser tolerado por nosotros. Más allá de las diferencias, el pueblo no debería dejar que las discusiones se polaricen, se politicen, y sean usadas como estandarte o arma de fuego por un partido político. Porque las leyes antes citadas tienen un efecto a largo plazo, producirán cambios en la sociedad que hubiese sido mejor prever. Y porque además, quién hoy esta en el gobierno, probablemente mañana no lo este, pero sin embargo, conservaremos los problemas que acarreamos por sus conflictos personales o partidarios.
Cuando se aprobó la ley de divorcio, el ala progresista fácilmente se burlo del ala conservadora diciendo que no iba a haber divorcios masivos. Ser progresista es fácil. No hubo divorcios masivos ¿pero que cambios produjo la noción de que si un matrimonio no funciona, es fácil separarse? ¿Qué efectos provocó en la familia, que es el núcleo de una sociedad que progresa?
Hoy vemos uno de esos efectos, que se dieron con la ley, y que estaban antes de ella inclusive: hogares desunidos, madres solteras, niños sin infancia que vagan por las calles muriendo de frio, robando o comiendo. La ley solo asentó algo que ya estaba sucediendo, dio facilidades para que los hogares se desintegraran. Y la perdida de valores hoy es notoria. Pretender que la desintegración del hogar, no este vinculada con la violencia en los colegios, sería vanagloriare de una ceguera moderna.
A las personas homosexuales les corresponden los mismos derechos que a las heterosexuales; casarse, ser heredero ante el fallecimiento de su pareja, divorciarse, e inclusive tener hijos. Como de hecho, ya muchos los tienen. Pero ¿es lo mismo? ¿Todo es relativo? Lejos de creer que porque un niño sea criado por dos lesbianas o dos gay va a tener tendencias homosexuales, probablemente no sea lo mismo, porque aun cuando ellos pretenden ser iguales ante la ley, ellos mismos destacan su diferencia. Eso es pecado para el catolicismo (porque así lo dice su dogma, no porque sean “conservadores), pero no esta mal. Y esa diferencia de origen dará un resultado diferente. Un resultado no previsto. Un resultado que como cuando se afirmó el divorcio no se previó. Entonces ¿era necesario aprobar con prontitud esta ley?
Renovado estaba el ánimo de la sociedad el año pasado cuando diputados no oficialistas fue-ron electos, se suponía que esto iba a darle energía, vitalidad y lucidez al congreso. Pero hoy acecha a la sociedad, nuevamente, el temor que detrás de este proyecto controversial, que ya es ley, haya una jugada política como en otros que han sido o esperan a ser tratados, como la ley de medios, el proyecto de protección de los glaciares o el aumento de las jubilaciones.
No resulta extraño también que un gobierno que siempre se caracterizó por mantener viejos mitos políticos, o construirlos, luego de enfrentarse con los “oligarcas” del campo, los grandes grupos de medios “monopólicos”, los “gorilas”/”fachos”, ahora elijan enfrentarse con los “conservadores” católicos.
Esta artimaña que siempre fue notoria, y que parece que también tuvo injerencia en el trata-miento del matrimonio gay, no debería ser una practica constante, no debería ser tolerado por nosotros. Más allá de las diferencias, el pueblo no debería dejar que las discusiones se polaricen, se politicen, y sean usadas como estandarte o arma de fuego por un partido político. Porque las leyes antes citadas tienen un efecto a largo plazo, producirán cambios en la sociedad que hubiese sido mejor prever. Y porque además, quién hoy esta en el gobierno, probablemente mañana no lo este, pero sin embargo, conservaremos los problemas que acarreamos por sus conflictos personales o partidarios.
Cuando se aprobó la ley de divorcio, el ala progresista fácilmente se burlo del ala conservadora diciendo que no iba a haber divorcios masivos. Ser progresista es fácil. No hubo divorcios masivos ¿pero que cambios produjo la noción de que si un matrimonio no funciona, es fácil separarse? ¿Qué efectos provocó en la familia, que es el núcleo de una sociedad que progresa?
Hoy vemos uno de esos efectos, que se dieron con la ley, y que estaban antes de ella inclusive: hogares desunidos, madres solteras, niños sin infancia que vagan por las calles muriendo de frio, robando o comiendo. La ley solo asentó algo que ya estaba sucediendo, dio facilidades para que los hogares se desintegraran. Y la perdida de valores hoy es notoria. Pretender que la desintegración del hogar, no este vinculada con la violencia en los colegios, sería vanagloriare de una ceguera moderna.
A las personas homosexuales les corresponden los mismos derechos que a las heterosexuales; casarse, ser heredero ante el fallecimiento de su pareja, divorciarse, e inclusive tener hijos. Como de hecho, ya muchos los tienen. Pero ¿es lo mismo? ¿Todo es relativo? Lejos de creer que porque un niño sea criado por dos lesbianas o dos gay va a tener tendencias homosexuales, probablemente no sea lo mismo, porque aun cuando ellos pretenden ser iguales ante la ley, ellos mismos destacan su diferencia. Eso es pecado para el catolicismo (porque así lo dice su dogma, no porque sean “conservadores), pero no esta mal. Y esa diferencia de origen dará un resultado diferente. Un resultado no previsto. Un resultado que como cuando se afirmó el divorcio no se previó. Entonces ¿era necesario aprobar con prontitud esta ley?
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viernes, 2 de julio de 2010
La derrota de Brasil se festeja en Argentina
Nunca me tocó viajar en tren y adivinar porque algún pasajero sonreía. Hoy lo supe. Y si pensaba que estaba equivocado, cuando alguien hablaba en portugués las sonrisas volvían y mi hipótesis se reafirmaba.
Quince minutos antes cruzaba la avenida del Libertador con celeridad, acompañado por la lluvia de bocinas y burlas que los simpatizantes Brasileños se ganaban.
Ver el segundo tiempo en la pantalla gigante que el gobierno de la ciudad colocó en Plaza San Martín fue una experiencia cultural: del lado de recoleta los coloridos brasileños, con el animo atípicamente caído animaban a su equipo; del otro, donde me encontraba yo, estudiantes, oficinistas y obreros de la construcción (con reglamentarios, pero oportunos, mamelucos anaranjados), enmarcaban un sentimiento unánime: el festejo ante la derrota brasileña, el destape del rencor recolectado luego de años de arrogancia de nuestro vecino, de años tratándonos como ladrones, embusteros y demás.
La victoria futbolística fue más que eso para el pueblo argentino que festejó un triunfo ajeno sobre un hermano…
Quince minutos antes cruzaba la avenida del Libertador con celeridad, acompañado por la lluvia de bocinas y burlas que los simpatizantes Brasileños se ganaban.
Ver el segundo tiempo en la pantalla gigante que el gobierno de la ciudad colocó en Plaza San Martín fue una experiencia cultural: del lado de recoleta los coloridos brasileños, con el animo atípicamente caído animaban a su equipo; del otro, donde me encontraba yo, estudiantes, oficinistas y obreros de la construcción (con reglamentarios, pero oportunos, mamelucos anaranjados), enmarcaban un sentimiento unánime: el festejo ante la derrota brasileña, el destape del rencor recolectado luego de años de arrogancia de nuestro vecino, de años tratándonos como ladrones, embusteros y demás.
La victoria futbolística fue más que eso para el pueblo argentino que festejó un triunfo ajeno sobre un hermano…
domingo, 20 de junio de 2010
La luna...
“El humor de los hombres fue igual de variable que el de las mujeres… pero las mujeres al menos podían predecir”
Esta frase no proviene de un ensayo sobre brujería ni sexto sentido. Tampoco se trata de ciencia ficción. Forma parte de un documental que viene a explicar –si es que todavía hace falta- ese tema que tan a menudo suele esconderse de la faz pública y que sólo aparece en charlas masculinas cuando es impedimento para algún plan.
Estoy hablando de la menstruación. Tema tabú como bien dice el documental La luna en ti, dirigido, escrito y estelarizado por Diana Fabianova. Esta producción española de 74 minutos de duración, pretende desentrañar el porque se estigmatiza este tema que hace a la naturaleza femenina, como así también las diversas preguntas existenciales que le surgen a la mujer cuando tiene su primer período; justamente, el documental no sólo rastrea como evolucionó el tabú, sino que paralelamente narra a modo de diario intimo (intervenido con el formato reallity) la llegada de una niña a su primer período.
Este documental que ha recibido numerosos galardones se estrena en breve, seguro generará debates, pero lo importante es que probablemente ayude a naturalizar el tema, a insertarlo en conversaciones masculinas, y a hacerlo sólo un rasgo más dentro de la bella -y necesaria- existencia femenina.
TRAILER:
http://bit.ly/9XC0c7
Esta frase no proviene de un ensayo sobre brujería ni sexto sentido. Tampoco se trata de ciencia ficción. Forma parte de un documental que viene a explicar –si es que todavía hace falta- ese tema que tan a menudo suele esconderse de la faz pública y que sólo aparece en charlas masculinas cuando es impedimento para algún plan.
Estoy hablando de la menstruación. Tema tabú como bien dice el documental La luna en ti, dirigido, escrito y estelarizado por Diana Fabianova. Esta producción española de 74 minutos de duración, pretende desentrañar el porque se estigmatiza este tema que hace a la naturaleza femenina, como así también las diversas preguntas existenciales que le surgen a la mujer cuando tiene su primer período; justamente, el documental no sólo rastrea como evolucionó el tabú, sino que paralelamente narra a modo de diario intimo (intervenido con el formato reallity) la llegada de una niña a su primer período.
Este documental que ha recibido numerosos galardones se estrena en breve, seguro generará debates, pero lo importante es que probablemente ayude a naturalizar el tema, a insertarlo en conversaciones masculinas, y a hacerlo sólo un rasgo más dentro de la bella -y necesaria- existencia femenina.
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miércoles, 16 de junio de 2010
¿A quién le importa?
“También se mantuvo una tendencia histórica en Colombia: los jóvenes, la base de Mockus, generalmente no salen a votar y en la primera vuelta tampoco lo hicieron” Diario la Prensa, Colombia, 16 de junio de 2010.
¿A que esperamos? ¿Por qué el conformismo? ¿Por qué la pasividad? Internet y su grandiosa plural oferta de contenidos ha embotado nuestros sentidos. Se ha perdido la acción política. Se perdió la conciencia de que son los jóvenes, y nadie más, quienes pueden cambiar la realidad de su país. Son los únicos a quienes no los aprisionan las telarañas y pueden actuar con pasión y desparpajo.
¿Y donde están?
Detrás de un monitor, materializando su participación política en un simple click a través de facebook: “me gusta”. Hasta ahí llegan sus (nuestras) convicciones.
Antes el mundo se degradaba y nadie hacia nada. Alguien secuestraba a un judío y las personas miraban para abajo y seguían sus labores, porque como dijo Bertold Bretch “a mi no me importó, porque yo no era”.
Hoy nos alegramos, autosuficientes, porque nos creemos conscientes de la realidad, críticos del sistema, y seguros de que numerosas agrupaciones en que está disemi-nada la sociedad civil satisfacen esa demanda de "unidad del pueblo" que en tiempos difíciles como aquellos de la segunda guerra mundial no había. Su mayor expresión: los grupos de facebook.
La realidad nos desapasiona, y nos parece mediocre y triste sólo porque nosotros la dejamos ser. Porque no actuamos. Porque estamos desunidos y no perdonamos nuestras diferencias.
Si hay algo valioso que enseñó Mockus es que hay que bajar el nivel de agresividad en una discusión, hasta alcanzar el dialogo hermanado donde los polos opuestos se encuentren sin dejar de ser la contracara del otro.
Gane quien gane esta elección, es necesario tomar conciencia desde ahora de que la realidad perece por nuestra falta de acción; es necesario recordar a tantas personas que lucharon por una Latinoamérica unida –y que no cabe nombrar porque fueron simples humanos y no ídolos como hoy los dibujan-; es necesario que entendamos que más allá del color o la religión que cada uno profese somos hermanos porque hay una identidad compartida.
¿A que esperamos? ¿Por qué el conformismo? ¿Por qué la pasividad? Internet y su grandiosa plural oferta de contenidos ha embotado nuestros sentidos. Se ha perdido la acción política. Se perdió la conciencia de que son los jóvenes, y nadie más, quienes pueden cambiar la realidad de su país. Son los únicos a quienes no los aprisionan las telarañas y pueden actuar con pasión y desparpajo.
¿Y donde están?
Detrás de un monitor, materializando su participación política en un simple click a través de facebook: “me gusta”. Hasta ahí llegan sus (nuestras) convicciones.
Antes el mundo se degradaba y nadie hacia nada. Alguien secuestraba a un judío y las personas miraban para abajo y seguían sus labores, porque como dijo Bertold Bretch “a mi no me importó, porque yo no era”.
Hoy nos alegramos, autosuficientes, porque nos creemos conscientes de la realidad, críticos del sistema, y seguros de que numerosas agrupaciones en que está disemi-nada la sociedad civil satisfacen esa demanda de "unidad del pueblo" que en tiempos difíciles como aquellos de la segunda guerra mundial no había. Su mayor expresión: los grupos de facebook.
La realidad nos desapasiona, y nos parece mediocre y triste sólo porque nosotros la dejamos ser. Porque no actuamos. Porque estamos desunidos y no perdonamos nuestras diferencias.
Si hay algo valioso que enseñó Mockus es que hay que bajar el nivel de agresividad en una discusión, hasta alcanzar el dialogo hermanado donde los polos opuestos se encuentren sin dejar de ser la contracara del otro.
Gane quien gane esta elección, es necesario tomar conciencia desde ahora de que la realidad perece por nuestra falta de acción; es necesario recordar a tantas personas que lucharon por una Latinoamérica unida –y que no cabe nombrar porque fueron simples humanos y no ídolos como hoy los dibujan-; es necesario que entendamos que más allá del color o la religión que cada uno profese somos hermanos porque hay una identidad compartida.
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sábado, 29 de mayo de 2010
TBA...
El viernes al mediodía, regresando de mi jornada universitaria, tomé como siempre el tren línea mitre. Generalmente es difícil conseguir asiento, inclusive en la terminal de retiro, pero a poco de caminar sobre la formación divisé a lo lejos tres lugares vacíos. Al aproximarme me sobresalté. No fue mi vista sino mi olfato el sentido que se alteró..
Disperso en el suelo, un tapiz de vomito hediondo disuadía a quien quisiera sentarse, sólo un pasajero, que se había tapado la cara con su pullover como un piquetero, se atrevía a semejante hazaña.
Seguí caminando y por dos vagones más el olor me acompañó como un saco pestilente.
Al llegar a la cabecera divisé un guarda de la empresa al que acudí, con cierta curiosidad, para descubrir cual sería su respuesta al comentarle mi “descubrimiento”.
Claro, le dije que dos vagones más atrás había vomito dispersado por el suelo y que el olor traumaba el viaje de los ocupantes. Su contestación fue “ah bueno”, y su accionar, ninguno.
Desilusionado me acomodé contra una pared del vagón y mientras miraba al guarda me acordé de esa frase popular que dice que los ciudadanos que utilizamos el transporte público “viajamos como ganado”. No me pareció tan lejana. Uno de los nuestros había expelido un fluido entre los demás y el viaje debía hacerse aún a pesar de eso…
Disperso en el suelo, un tapiz de vomito hediondo disuadía a quien quisiera sentarse, sólo un pasajero, que se había tapado la cara con su pullover como un piquetero, se atrevía a semejante hazaña.
Seguí caminando y por dos vagones más el olor me acompañó como un saco pestilente.
Al llegar a la cabecera divisé un guarda de la empresa al que acudí, con cierta curiosidad, para descubrir cual sería su respuesta al comentarle mi “descubrimiento”.
Claro, le dije que dos vagones más atrás había vomito dispersado por el suelo y que el olor traumaba el viaje de los ocupantes. Su contestación fue “ah bueno”, y su accionar, ninguno.
Desilusionado me acomodé contra una pared del vagón y mientras miraba al guarda me acordé de esa frase popular que dice que los ciudadanos que utilizamos el transporte público “viajamos como ganado”. No me pareció tan lejana. Uno de los nuestros había expelido un fluido entre los demás y el viaje debía hacerse aún a pesar de eso…
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lunes, 10 de mayo de 2010
Derechos Humanos... con K...
Estaba leyendo el cronograma de los festejos que se realizaran este mes por el bicentenario y en un párrafo me extrañó mucho encontrar esto:
"Además de la Feria de las Provincias se prevén Postas Temáticas, espacios de interacción con la gente dedicados a la discusión y reflexión de grandes temas como son: Trabajo y Producción, los Derechos Humkanos..."
¿Simple descuido o travesura hacker?
www.bicentenario.argentina.ar/es/noticias/la-presidenta-encabezara-los-actos-centrales-del-bicentenario-73.php
"Además de la Feria de las Provincias se prevén Postas Temáticas, espacios de interacción con la gente dedicados a la discusión y reflexión de grandes temas como son: Trabajo y Producción, los Derechos Humkanos..."
¿Simple descuido o travesura hacker?
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lunes, 3 de mayo de 2010
Viajando en tren
Yo lo apodé “El Chayanne ferroviariario”. En un afán anacrónico circula por los pasillos sucios de la formación picando boletos; vestido anacrónicamente, con camisa y chaleco azul decorado con arabescos, zapatos pulcramente lustrados y la anacrónica gorra. Tiene especial afecto por las mujeres y cada vez que observa a alguna con un bebe o un niño pequeño, eleva un poco la voz y pide amablemente un asiento.
También toca su silbato antes de cerrar las puertas del tren, como solían hacer los guardas mucho tiempo atrás.
Ya lo había visto antes, pero recién hoy reparé en él. Me pregunté como es posible que sus compañeros hayan dejado de pedir los boletos, hayan optado por vestirse de manera informal, con jean, zapatillas y un sweater con el logo de la empresa, y sin gorra, y él, sin embargo continúe usando su uniforme
¿O será que una mañana se levantó y se dio cuenta de que no debía ceder ni un paso más al tiempo, al olvido de las costumbres y los personajes públicos?
Seguro, a paso firme y con educación, avanza cumpliendo con una tarea que cayó en desuso, que pareciera innecesaria y molesta, y por eso mismo vergonzosa.
No canta, pero con su trabajo conquista, porque persiste en mantener vivo un personaje que parecía extinto. Se reivindica con el ejercicio digno de la profesión que a otros pareciera avergonzar, y evita el olvido, ancla el pasado al futuro.
Así, este guarda de rasgos centroamericanos se destaca nada menos que por su trabajo; los pasillos de tren son su escenario desde el cual maravilla e ilustra, contagiando modales y virtudes a todos los que lo miran asombrados cuando les solicita el boleto.
El “Chayanne ferroviario” sabe que se gana el respeto sin exigirlo. Sabe que las mujeres lo aprecian porque tiene valores y porque las trata educadamente porque es parte de su trabajo, como el del cantante es cantar. Y a los hombres -maridos, hijos y demás- no los deja de lado, igual respeto les brinda.
Quién sabe que habrá realmente detrás de su seguridad.
También toca su silbato antes de cerrar las puertas del tren, como solían hacer los guardas mucho tiempo atrás.
Ya lo había visto antes, pero recién hoy reparé en él. Me pregunté como es posible que sus compañeros hayan dejado de pedir los boletos, hayan optado por vestirse de manera informal, con jean, zapatillas y un sweater con el logo de la empresa, y sin gorra, y él, sin embargo continúe usando su uniforme
¿O será que una mañana se levantó y se dio cuenta de que no debía ceder ni un paso más al tiempo, al olvido de las costumbres y los personajes públicos?
Seguro, a paso firme y con educación, avanza cumpliendo con una tarea que cayó en desuso, que pareciera innecesaria y molesta, y por eso mismo vergonzosa.
No canta, pero con su trabajo conquista, porque persiste en mantener vivo un personaje que parecía extinto. Se reivindica con el ejercicio digno de la profesión que a otros pareciera avergonzar, y evita el olvido, ancla el pasado al futuro.
Así, este guarda de rasgos centroamericanos se destaca nada menos que por su trabajo; los pasillos de tren son su escenario desde el cual maravilla e ilustra, contagiando modales y virtudes a todos los que lo miran asombrados cuando les solicita el boleto.
El “Chayanne ferroviario” sabe que se gana el respeto sin exigirlo. Sabe que las mujeres lo aprecian porque tiene valores y porque las trata educadamente porque es parte de su trabajo, como el del cantante es cantar. Y a los hombres -maridos, hijos y demás- no los deja de lado, igual respeto les brinda.
Quién sabe que habrá realmente detrás de su seguridad.
lunes, 26 de abril de 2010
Verano Plomazo -BAFICI (2)
Concluyó la doceava edición del BAFICI, ese festival que se lleva a cabo en no-lugares y que parece el gran ausente de sí mismo pero, que experiencia…
El frió miércoles en que concurrí a ver Brummer Summer –Verano Plomazo- de Zach Weintraub.Iba sin saber como funcionaba este festival. Al llegar a la zona del abasto, que por ser día de semana estaba bastante vacía, percibí el dejo de tristeza que todavía emana ese corpulento edificio, que antes acogió a verduleros y tangueros, por igual.
Adentro el clima era diferente: montones de chicas con identificaciones y remeras del festival, casi diría que superaban en número a los espectadores.
Al ingresar a la sala me asombré, pero entonces recordé que el ticket me había costado 8 pesos, y si bien muchos de los que colmaban la sala no tenían cara de estudiantes, se veía en todos ellos la gran expectativa con la que cargaban.
Primeramente alguien -nunca se identifico- tomó el micrófono y cito la película nombrada, el porque de su elección –arguyó que era parte del nuevo cine independiente americano, y que tenia los tres ejes clásicos de este genero: el verano, el amor y la adolescencia-, y finalmente presentó a su director que lucía un feo sweater marrón y descolorido. Podría haber sido un jugador de básquet, pero era el director de la película, y sabía hablar español, para ello empleo todos sus conocimientos y finalmente dijo:
-ole, mi nombra es Zach…. Y no tenga que decir, tenga nada, solo watch the movie.
La película resultó más que interesante. Filmada en blanco y negro recurriendo constantemente a planos detalle, muy cerrados y centrados en los personajes más que en el paisaje; casi todo el tiempo los planos aparecían desenfocados y el personaje era lo único que restaba en foco, excepto cuando abandonaba su posición, la cámara seguía fija –como casi todos los planos que la película presentaba- y el desenfoque también persistía.
Como todo cine independiente uno esperaba este tipo de recursos, así también como la música que solo se introducía cuando alguien tocaba una guitarra, prendía una radio o acudía a un recital.
Tiene momentos muy interesantes, y justamente la utilización de planos cerrados da a las escenas de sexo un tinte muy verosímil.
El argumento quizás es lo más pobre de esta producción que aún así, en mi opinión, valió la pena ver. La historia trata sobre el verano decepcionante que un estudiante de secundaria, Ben, vive y las similitudes con las historias amorosas de su hermano con el que junto a su ex novia emprenden un corto e infructuoso viaje.
Al terminar la mecánica del festival para las películas en competencia siguió su curso normal.
Ahí fue que por comentarios y por mi aguzada vista –uff- me enteré de que el director actuaba como coprotagonista, haciendo el papel del hermano. Claro, como no iba a notarlo si hasta en la película usaba el horrendo sweater marrón…
Lo peor –o lo mejor- fue la ronda de preguntas.
Fueron pocas pero una apuntó a los recursos estilísticos: el porqué usaba la cámara desenfocada en la mayoría de las tomas.
Estaba ansioso por la respuesta, me imaginaba múltiples justificaciones, pero la principal que la cámara seguía al protagonista en momentos claves, y que cuando este se salía de su centro todo se distorsionaba…
Sin embargo el bueno de Zach contestó:
-Because it´s cool.
Merito aparte el traductor. Si, al final no sabía tanto español como había dicho el presentador del BAFICI. Y lo peor es que el traductor acortaba el discurso del gran director.
Experiencias del BAFICI… a movie…
El frió miércoles en que concurrí a ver Brummer Summer –Verano Plomazo- de Zach Weintraub.Iba sin saber como funcionaba este festival. Al llegar a la zona del abasto, que por ser día de semana estaba bastante vacía, percibí el dejo de tristeza que todavía emana ese corpulento edificio, que antes acogió a verduleros y tangueros, por igual.
Adentro el clima era diferente: montones de chicas con identificaciones y remeras del festival, casi diría que superaban en número a los espectadores.
Al ingresar a la sala me asombré, pero entonces recordé que el ticket me había costado 8 pesos, y si bien muchos de los que colmaban la sala no tenían cara de estudiantes, se veía en todos ellos la gran expectativa con la que cargaban.
Primeramente alguien -nunca se identifico- tomó el micrófono y cito la película nombrada, el porque de su elección –arguyó que era parte del nuevo cine independiente americano, y que tenia los tres ejes clásicos de este genero: el verano, el amor y la adolescencia-, y finalmente presentó a su director que lucía un feo sweater marrón y descolorido. Podría haber sido un jugador de básquet, pero era el director de la película, y sabía hablar español, para ello empleo todos sus conocimientos y finalmente dijo:
-ole, mi nombra es Zach…. Y no tenga que decir, tenga nada, solo watch the movie.
La película resultó más que interesante. Filmada en blanco y negro recurriendo constantemente a planos detalle, muy cerrados y centrados en los personajes más que en el paisaje; casi todo el tiempo los planos aparecían desenfocados y el personaje era lo único que restaba en foco, excepto cuando abandonaba su posición, la cámara seguía fija –como casi todos los planos que la película presentaba- y el desenfoque también persistía.
Como todo cine independiente uno esperaba este tipo de recursos, así también como la música que solo se introducía cuando alguien tocaba una guitarra, prendía una radio o acudía a un recital.
Tiene momentos muy interesantes, y justamente la utilización de planos cerrados da a las escenas de sexo un tinte muy verosímil.
El argumento quizás es lo más pobre de esta producción que aún así, en mi opinión, valió la pena ver. La historia trata sobre el verano decepcionante que un estudiante de secundaria, Ben, vive y las similitudes con las historias amorosas de su hermano con el que junto a su ex novia emprenden un corto e infructuoso viaje.
Al terminar la mecánica del festival para las películas en competencia siguió su curso normal.
Ahí fue que por comentarios y por mi aguzada vista –uff- me enteré de que el director actuaba como coprotagonista, haciendo el papel del hermano. Claro, como no iba a notarlo si hasta en la película usaba el horrendo sweater marrón…
Lo peor –o lo mejor- fue la ronda de preguntas.
Fueron pocas pero una apuntó a los recursos estilísticos: el porqué usaba la cámara desenfocada en la mayoría de las tomas.
Estaba ansioso por la respuesta, me imaginaba múltiples justificaciones, pero la principal que la cámara seguía al protagonista en momentos claves, y que cuando este se salía de su centro todo se distorsionaba…
Sin embargo el bueno de Zach contestó:
-Because it´s cool.
Merito aparte el traductor. Si, al final no sabía tanto español como había dicho el presentador del BAFICI. Y lo peor es que el traductor acortaba el discurso del gran director.
Experiencias del BAFICI… a movie…
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lunes, 19 de abril de 2010
¿Qué te pasa Buenos Aires?
"Ey! ¿Que te pasa Buenos Aires?" No es la tecno ni el rock, son piedras del tamaño de un coco impactando contra los autos y las personas.
En cuestión de minutos la ciudad se metió para adentro, se guardó, y la tarde movida del domingo que reinaba en shoppings, cafés, y demás, quedó sepultada bajo una pila de inmensos granizos, que acompañados por una leve lluvia, dejaron en claro que los cambios, sobretodo los climáticos, están a la orden del día.
Cambios en el clima, en la atmosfera... también en la atmosfera política. Mientras militantes de "pensamientos ajenos" sostienen pancartas con las imágenes alteradas de periodistas críticos al gobierno -un billete emula una mordaza sobre su rostro y se insinúa que el medio les paga para atacar al oficialismo- nuestra presidenta asiste, y además oficia como una de los dos exponentes- a los actos celebratorios de la independencia Venezolana... independencia que hoy el pueblo Venezolano no tiene: su capacidad de informarse, y por consiguiente su opinión dependen de los medios fanáticos de Hugo Chávez Frías.
Si hacia allí nos encaminamos ahora entiendo el porque del granizo... ¿castigo de dios? o ¿un inútil intento de despejarnos las ideas?
En cuestión de minutos la ciudad se metió para adentro, se guardó, y la tarde movida del domingo que reinaba en shoppings, cafés, y demás, quedó sepultada bajo una pila de inmensos granizos, que acompañados por una leve lluvia, dejaron en claro que los cambios, sobretodo los climáticos, están a la orden del día.
Cambios en el clima, en la atmosfera... también en la atmosfera política. Mientras militantes de "pensamientos ajenos" sostienen pancartas con las imágenes alteradas de periodistas críticos al gobierno -un billete emula una mordaza sobre su rostro y se insinúa que el medio les paga para atacar al oficialismo- nuestra presidenta asiste, y además oficia como una de los dos exponentes- a los actos celebratorios de la independencia Venezolana... independencia que hoy el pueblo Venezolano no tiene: su capacidad de informarse, y por consiguiente su opinión dependen de los medios fanáticos de Hugo Chávez Frías.
Si hacia allí nos encaminamos ahora entiendo el porque del granizo... ¿castigo de dios? o ¿un inútil intento de despejarnos las ideas?
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lunes, 12 de abril de 2010
BAFICI
Duodécima edición del BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente). Una nueva oportunidad de acercarse a películas que muy posiblemente no lleguen a la cartelera de los cines comerciales. Aunque hablando de posibilidades, sólo llegan los que saben.
Filosóficamente este es el festival invisible, puesto que a pesar de contar con un meeting point y que el diseño, la cartelería y los sponsors tienden a unificar las diferentes salas (11), no se ha conseguido aún que esto no parezca más que un rejunte barato de películas de directores sólo conocidos –salvo raras excepciones-, por los cinéfilos.
Claro, es cine independiente. Pero ello no debería ser sinónimo de anonimato o excentricidad.
Por otro lado, el mismo Ministro de Cultura de Buenos Aires, Hernán Lombardi, circunscribió este festival al disfrute que podrán hacer un porcentaje –en mi opinión mínimo-, de los potenciales espectadores: “Bafici proyecta hacia el futuro: exhibe, amplifica, y potencia nuevos lenguajes, nuevos formatos y nuevas formas de comunicación visual que los porteños podemos disfrutar (…)”
Y el resto queda afuera.
Como todo aquello que logra instituirse y forja una tradición, el Bafici hace recortes. Pero esos recortes son excesivos.
Viva la entrada barata.
Viva la convivencia de películas nacionales con extranjeras.
Viva la constancia de un festival de cine de nivel internacional…
Pero abajo la limitación de este festival para cinéfilos.
Abajo la escasa cantidad de funciones para ciertas películas a las que solo llegan quienes tienen tarjeta de crédito o tiempo suficiente como para perder un día haciendo una fila.
Abajo la circunscripción de este festival sólo para porteños.
El cine existe más allá de Buenos Aires, así lo demuestra el documental El Ambulante de Eduardo de la Serna, Lucas Marcheggiano y Adriana Yurcovich, que participa de la competencia internacional; allí se retrata la labor de un realizador cinematográfico, autodidacta, nómade y no académico que recorre los pueblos del interior realizando películas de bajo costo a cambio de comida y alojamiento, pero esencialmente, por amor al oficio. Un artesano diario.
Es difícil bucear entre la enorme cantidad de películas que hay, y más dadas las limitaciones que esta docena de festivales opone a quién se interesa por el por primera vez. Será necesario aprender para la próxima edición que anticiparse es un gran valor. Sobretodo cuando las entradas cuestan entre 8 y 10 pesos (gran merito del festival).
Por mi parte el miércoles tengo una cita: Brummer Summer de Zach Weintraub, no es la película que yo deseaba ver, pero suena atractiva.
http://www.bafici.gov.ar/home10/web/es/index.html
Filosóficamente este es el festival invisible, puesto que a pesar de contar con un meeting point y que el diseño, la cartelería y los sponsors tienden a unificar las diferentes salas (11), no se ha conseguido aún que esto no parezca más que un rejunte barato de películas de directores sólo conocidos –salvo raras excepciones-, por los cinéfilos.
Claro, es cine independiente. Pero ello no debería ser sinónimo de anonimato o excentricidad.
Por otro lado, el mismo Ministro de Cultura de Buenos Aires, Hernán Lombardi, circunscribió este festival al disfrute que podrán hacer un porcentaje –en mi opinión mínimo-, de los potenciales espectadores: “Bafici proyecta hacia el futuro: exhibe, amplifica, y potencia nuevos lenguajes, nuevos formatos y nuevas formas de comunicación visual que los porteños podemos disfrutar (…)”
Y el resto queda afuera.
Como todo aquello que logra instituirse y forja una tradición, el Bafici hace recortes. Pero esos recortes son excesivos.
Viva la entrada barata.
Viva la convivencia de películas nacionales con extranjeras.
Viva la constancia de un festival de cine de nivel internacional…
Pero abajo la limitación de este festival para cinéfilos.
Abajo la escasa cantidad de funciones para ciertas películas a las que solo llegan quienes tienen tarjeta de crédito o tiempo suficiente como para perder un día haciendo una fila.
Abajo la circunscripción de este festival sólo para porteños.
El cine existe más allá de Buenos Aires, así lo demuestra el documental El Ambulante de Eduardo de la Serna, Lucas Marcheggiano y Adriana Yurcovich, que participa de la competencia internacional; allí se retrata la labor de un realizador cinematográfico, autodidacta, nómade y no académico que recorre los pueblos del interior realizando películas de bajo costo a cambio de comida y alojamiento, pero esencialmente, por amor al oficio. Un artesano diario.
Es difícil bucear entre la enorme cantidad de películas que hay, y más dadas las limitaciones que esta docena de festivales opone a quién se interesa por el por primera vez. Será necesario aprender para la próxima edición que anticiparse es un gran valor. Sobretodo cuando las entradas cuestan entre 8 y 10 pesos (gran merito del festival).
Por mi parte el miércoles tengo una cita: Brummer Summer de Zach Weintraub, no es la película que yo deseaba ver, pero suena atractiva.
http://www.bafici.gov.ar/home10/web/es/index.html
viernes, 2 de abril de 2010
La Teta Asustada (2009), de Claudia Llosa, con Magaly Solier y Susy Sanchez
Mezcla rara de costumbrismo y realismo mágico, esta película repasa la vida de una joven ensimismada que vive en un desdichado poblado de montaña en la Perú post-dictadura, y que sufre los efectos que esta dejó.
Su tristeza explicada míticamente por “la teta asustada”, pero fruto en realidad de una familia con lazos endebles, trastocados fundamentalmente por la pobreza extrema, que la película elige mostrar sin dar un juicio directo, como si esa pobreza fuera menos triste de lo que parece, como si fuera un espectáculo pintoresco y autóctono para los ojos del turista.
La repentina muerte de su madre la llevara a buscar trabajo como sirvienta en la casa de una adinerada, donde en sus ratos libres se someterá al estereotipo de la empleada domestica que mira telenovelas: El mundo de las telenovelas para subyugarla, arrinconándola al mundo crónico de la falta de cariño, sueños y esperanza; a la falta de dinero, gran valor que mueve todo el mundo.
El trato con su empleadora será por momentos intrigante, para finalmente recordarnos que la relación verticalista ubica a una como esclava y a la otra como poseedora incuestionable y fría. Un pacto entre ambas (una perla de un collar por una canción nativa) será el eje de esa relación, pero:
¿para que quiere ella una pepita? ¿para que querrá ella un collar?
En cuanto al pueblo de montaña, en esa pobreza extrema se aferran a los pocos ritos que les quedan, esos en donde lo poco que se les permite soñar parece hacerse real; quizás no de la forma que ellos imaginaban, pero por unos momentos se materializan, y el sudor y la explotación que viven y padecen el resto del año son olvidados momentáneamente.
El barrio polvoriento de casas de chapa y madera parece por unos minutos convertirse en un barrio de clase media como el que les gustaría habitar, a donde les gustaría salir, y del que seguramente gente de clase media, en un cine de clase media, los observa y se espanta, se enternece o retuerce en su butaca, pensando en la desprotección y el olvido total en que viven esas personas, como si no lo fueran, como si no fueran parte del país prospero que todos los días los gobernantes proclaman desde sus estrados en portentosos discursos cargados de pasión.
¿Por qué atacar a los políticos? Porque le mienten al pueblo, en sus discursos platean un país con una pobreza que no llega a ser indigente, una “pobreza menor”, pero esa no es la realidad; ellos nunca han andado por calles de tierra, mirando casas sin techo, con las paredes quebradas, sin cloacas, con perros sarnosos corriendo por entre los pastos altos y niños míseramente arropados con la boca desencajada por el hambre de días.
La imagen más desoladora: Cuando Fausta, la protagonista, pide llorando “que me la saquen”. Frase ambigua que puede ser descifrada de varias formas pero que en el contexto general de la película lleva al espectador a preguntarse: ¿Cómo extirpar la tristeza de un corazón joven? ¿Cómo llenar de felicidad el espacio que ocupa la desesperanza en un pueblo? ¿Qué clase de vida es posible para ellos?
Su tristeza explicada míticamente por “la teta asustada”, pero fruto en realidad de una familia con lazos endebles, trastocados fundamentalmente por la pobreza extrema, que la película elige mostrar sin dar un juicio directo, como si esa pobreza fuera menos triste de lo que parece, como si fuera un espectáculo pintoresco y autóctono para los ojos del turista.
La repentina muerte de su madre la llevara a buscar trabajo como sirvienta en la casa de una adinerada, donde en sus ratos libres se someterá al estereotipo de la empleada domestica que mira telenovelas: El mundo de las telenovelas para subyugarla, arrinconándola al mundo crónico de la falta de cariño, sueños y esperanza; a la falta de dinero, gran valor que mueve todo el mundo.
El trato con su empleadora será por momentos intrigante, para finalmente recordarnos que la relación verticalista ubica a una como esclava y a la otra como poseedora incuestionable y fría. Un pacto entre ambas (una perla de un collar por una canción nativa) será el eje de esa relación, pero:
¿para que quiere ella una pepita? ¿para que querrá ella un collar?
En cuanto al pueblo de montaña, en esa pobreza extrema se aferran a los pocos ritos que les quedan, esos en donde lo poco que se les permite soñar parece hacerse real; quizás no de la forma que ellos imaginaban, pero por unos momentos se materializan, y el sudor y la explotación que viven y padecen el resto del año son olvidados momentáneamente.
El barrio polvoriento de casas de chapa y madera parece por unos minutos convertirse en un barrio de clase media como el que les gustaría habitar, a donde les gustaría salir, y del que seguramente gente de clase media, en un cine de clase media, los observa y se espanta, se enternece o retuerce en su butaca, pensando en la desprotección y el olvido total en que viven esas personas, como si no lo fueran, como si no fueran parte del país prospero que todos los días los gobernantes proclaman desde sus estrados en portentosos discursos cargados de pasión.
¿Por qué atacar a los políticos? Porque le mienten al pueblo, en sus discursos platean un país con una pobreza que no llega a ser indigente, una “pobreza menor”, pero esa no es la realidad; ellos nunca han andado por calles de tierra, mirando casas sin techo, con las paredes quebradas, sin cloacas, con perros sarnosos corriendo por entre los pastos altos y niños míseramente arropados con la boca desencajada por el hambre de días.
La imagen más desoladora: Cuando Fausta, la protagonista, pide llorando “que me la saquen”. Frase ambigua que puede ser descifrada de varias formas pero que en el contexto general de la película lleva al espectador a preguntarse: ¿Cómo extirpar la tristeza de un corazón joven? ¿Cómo llenar de felicidad el espacio que ocupa la desesperanza en un pueblo? ¿Qué clase de vida es posible para ellos?
domingo, 28 de marzo de 2010
Melanco-dellin
Como una lluvia,
profunda,
pesada,
sobre mi,
cayó.
Fatigando mis hombros,
adormeciendo mis ojos,
bajando mi pulso,
sobre mi cayó.
Reviviendo,
un patético,
viejo,
estado,
sobre mi,
cayó.
Y todo perdió su color,
porque bajo el puño de la tristeza,
la vida agonizó.
profunda,
pesada,
sobre mi,
cayó.
Fatigando mis hombros,
adormeciendo mis ojos,
bajando mi pulso,
sobre mi cayó.
Reviviendo,
un patético,
viejo,
estado,
sobre mi,
cayó.
Y todo perdió su color,
porque bajo el puño de la tristeza,
la vida agonizó.
miércoles, 24 de marzo de 2010
24 de marzo
Releyendo una polémica político-literaria sobre la confrontación que se dio en la Argentina de los años 70 vuelvo a reflexionar, y esta vez sobre la base de argumentos identificables de personas con nombre y apellido que debaten sobre el papel de cada uno de los actores sociales participantes de aquellos años.
En una carta a una revista de izquierda Oscar del Barco hace público su arrepentimiento por las muertes perpetradas por una organización armada en la que él participo.
Primeramente se me ocurre preguntarme ¿es una actitud hipócrita? ¿permanece valida aún cuando el tiempo al que se refiere esté distante? ¿se asume como responsable para culparse a sí mismo y redimirse o para culpar explícitamente a los otros?
Lo importante de su carta, me parece, es que primeramente muestra el arrepentimiento –cierto o no- de alguien que estuvo en lo que la mayoría piensa –justa o injustamente- como el “bando de los buenos”, el “bando de los mártires”.
La carta de Oscar del Barco remite a un principio bíblico pero que también tiene su paralelo en la filosofía natural: no mataras. Oscar dice: “el principio que funda toda comunidad es no matarás (…) cada hombre es todos los hombres”.
Esto es cierto, la conformación de comunidades, de sociedades estables, se sabe, se logró sobre la base de la paz social. Los territorios-estado se unificaron cuando las guerras entre regiones cesaron, cuando la paz fue posible entre los que son distintos y están afuera, pero también con las diferencias al interior de esa comunidad. Basta pensar en los conflictos étnicos en medio oriente: la ausencia de paz social, la constante carrera por la muerte que siguen unos y otros dilata la paz, por ende la vida y la convivencia, y el progreso.
Es por eso, que más allá de las formas, el matar no puede ser avalado, y la reinvindiación de la muerte –o la ausencia de condena a esta- tampoco,
“mientras no asumamos la responsabilidad de reconocer el crimen, el crimen sigue vigente”, dice Oscar y agrega: “el asesinato, lo haga quien lo haga, es siempre lo mismo. Lo que no es lo mismo es la muerte ocasionada por la tortura, el dolor intencional, la sevicia”.
Agrego a lo dicho por Oscar el hecho de que gran parte de los jóvenes que participaron en esas agrupaciones militares o que coinciden ideológicamente con ellas hoy gobiernan la Argentina; lo paradójico es que ese grupo luego llegó al poder pero legalizó sólo una parte, no actuó idealmente. Se espera que quienes representan al pueblo actúen idealmente, desvinculándose de sus motivaciones personales, porque las motivaciones personales fueron las que llevaron a los militares a sobrepasarse en la facultades del cargo que detentaron inconstitucionalmente.
Hay una necesidad de desprenderse de las figuras lavadas y cómodas que el escenario político personificó e iluminó con hipocresía.
Todos en tanto humanos somos buenos Y MALOS, también.
Aún cuando idealmente no existe censura previa existe una “censura por origen”, una censura al momento de enunciación, un jurado espontáneo –moral- que desvaloriza la opinión ajena y fundamentalmente opuesta. Existe censura.
La violencia -la muerte como su máxima expresión- en tanto instrumento para defender la vida… si. Pero justificar la muerte NO.
“He matado y pido perdón”. Nadie esta habilitado para matar pero confesarlo y mostrar arrepentimiento es demostrar grandeza: humanidad. Es reconocer que no es la vía correcta para justificar el mundo, es apelar a la comunidad y re-unirla para que exista continuidad, y no seamos un conjunto de personas con ideas dispares que habitan el mismo territorio con una espada afilada en el cinturón.
Fuera de todo esto, a nivel personal, y más allá de las reflexiones personales que sucintó la lectura de esas cartas creo que la condena a los represores es justa porque no sólo mataron, sino que también torturaron, hicieron desaparecer, robaron niños y además -hechos que en los últimos años se olvidan por centrarse en la polémica antes mencionada-, ocuparon el poder ilegalmente y destrozaron la economía y la cultura Argentina, provocando efectos desastrosos.
Aún así espero que como el señor Del Barco, todos aquellos que tuvieron algo que ver en algún momento hagan publico su arrepentimiento de responder a la violencia con violencia y que no se siga censurando a la gente, o motivando la omisión de su opinión, sólo porque no opine como ellos.
En una carta a una revista de izquierda Oscar del Barco hace público su arrepentimiento por las muertes perpetradas por una organización armada en la que él participo.
Primeramente se me ocurre preguntarme ¿es una actitud hipócrita? ¿permanece valida aún cuando el tiempo al que se refiere esté distante? ¿se asume como responsable para culparse a sí mismo y redimirse o para culpar explícitamente a los otros?
Lo importante de su carta, me parece, es que primeramente muestra el arrepentimiento –cierto o no- de alguien que estuvo en lo que la mayoría piensa –justa o injustamente- como el “bando de los buenos”, el “bando de los mártires”.
La carta de Oscar del Barco remite a un principio bíblico pero que también tiene su paralelo en la filosofía natural: no mataras. Oscar dice: “el principio que funda toda comunidad es no matarás (…) cada hombre es todos los hombres”.
Esto es cierto, la conformación de comunidades, de sociedades estables, se sabe, se logró sobre la base de la paz social. Los territorios-estado se unificaron cuando las guerras entre regiones cesaron, cuando la paz fue posible entre los que son distintos y están afuera, pero también con las diferencias al interior de esa comunidad. Basta pensar en los conflictos étnicos en medio oriente: la ausencia de paz social, la constante carrera por la muerte que siguen unos y otros dilata la paz, por ende la vida y la convivencia, y el progreso.
Es por eso, que más allá de las formas, el matar no puede ser avalado, y la reinvindiación de la muerte –o la ausencia de condena a esta- tampoco,
“mientras no asumamos la responsabilidad de reconocer el crimen, el crimen sigue vigente”, dice Oscar y agrega: “el asesinato, lo haga quien lo haga, es siempre lo mismo. Lo que no es lo mismo es la muerte ocasionada por la tortura, el dolor intencional, la sevicia”.
Agrego a lo dicho por Oscar el hecho de que gran parte de los jóvenes que participaron en esas agrupaciones militares o que coinciden ideológicamente con ellas hoy gobiernan la Argentina; lo paradójico es que ese grupo luego llegó al poder pero legalizó sólo una parte, no actuó idealmente. Se espera que quienes representan al pueblo actúen idealmente, desvinculándose de sus motivaciones personales, porque las motivaciones personales fueron las que llevaron a los militares a sobrepasarse en la facultades del cargo que detentaron inconstitucionalmente.
Hay una necesidad de desprenderse de las figuras lavadas y cómodas que el escenario político personificó e iluminó con hipocresía.
Todos en tanto humanos somos buenos Y MALOS, también.
Aún cuando idealmente no existe censura previa existe una “censura por origen”, una censura al momento de enunciación, un jurado espontáneo –moral- que desvaloriza la opinión ajena y fundamentalmente opuesta. Existe censura.
La violencia -la muerte como su máxima expresión- en tanto instrumento para defender la vida… si. Pero justificar la muerte NO.
“He matado y pido perdón”. Nadie esta habilitado para matar pero confesarlo y mostrar arrepentimiento es demostrar grandeza: humanidad. Es reconocer que no es la vía correcta para justificar el mundo, es apelar a la comunidad y re-unirla para que exista continuidad, y no seamos un conjunto de personas con ideas dispares que habitan el mismo territorio con una espada afilada en el cinturón.
Fuera de todo esto, a nivel personal, y más allá de las reflexiones personales que sucintó la lectura de esas cartas creo que la condena a los represores es justa porque no sólo mataron, sino que también torturaron, hicieron desaparecer, robaron niños y además -hechos que en los últimos años se olvidan por centrarse en la polémica antes mencionada-, ocuparon el poder ilegalmente y destrozaron la economía y la cultura Argentina, provocando efectos desastrosos.
Aún así espero que como el señor Del Barco, todos aquellos que tuvieron algo que ver en algún momento hagan publico su arrepentimiento de responder a la violencia con violencia y que no se siga censurando a la gente, o motivando la omisión de su opinión, sólo porque no opine como ellos.
domingo, 21 de marzo de 2010
"Bajar" a tierra
Vuelve a mí una y otra vez, hasta el colmo, hasta en lecturas.
Me levanto temprano un domingo nublado con un plan simple en mente: desayunar café con leche con un bizcochuelo de chocolate horneado por mi madre, y mientras tanto disfrutar de la lectura de ADN, el suplemento cultural del diario La Nación.
Por suerte la cultura no vale nada –para algunos- y alguien dejó el mencionado suplemento arrugado, sobre el sofá, en el área de descanso de mi trabajo.
La nota de tapa resulta excitante y prometedora. Juan Cruz Ruiz, periodista español de larga trayectoria ha publicado recientemente Egos Revueltos, un libro sobre la fuente creativa de esos gigantes que amamos: los grandes escritores que dio el siglo pasado.
Como si fuera comida, la mandíbula y la lengua se preparan para banquetear ese compendio de aventuras literarias; el estomago se colma de cosquillas con el adelanto de ese libro y uno se entera de las ocurrencias arrogantes de escritores que uno entraña muy a pesar de que el Ruiz los humanice.
Cita por ejemplo una visita del premio Nobel Pablo Neruda a Tenerife. El chileno se negaba a bajar a tierra porque allí “todavía gobierna Franco”. Los anfitriones se alarmaron ante la posibilidad de perder la compañía de Neruda tan sólo por ese detalle. Al instante buscaron formas de convencerlo, buscaban múltiples razones para contar con su presencia.
Logran convencerlo. Satisfaciendo un antojo culinario.
“-¿Tu crees que acá abajo habrá arepas?”
Como si hubiera una conspiración Colombiana (¿o debo decir colombiano-Argentina?), este país se me aparece en cada lugar al que voy, y la arepa es su símbolo favorito para recordarme que aquello no terminó, que esa experiencia palpita aún en mí, con un retardo que parece sugerir mi inevitable vuelta a esas tierras. Lo irónico, lo triste diría yo, es que no consigo arepas aquí, ni aprendo a cocinarlas.
Y cada nueva experiencia remita a lo mismo: arepa = Colombia.
Pareciera que más allá de los ingredientes se requiere una sazón mágica que sólo ese territorio distante posee.
Colombia. Sueño con tu sabor, me deleito con tus recuerdos, ansío el regreso.
¿”Bajaré a tierra” como Neruda, y al probar arepas todo seguirá igual? ¿Todo estará bien?
Me levanto temprano un domingo nublado con un plan simple en mente: desayunar café con leche con un bizcochuelo de chocolate horneado por mi madre, y mientras tanto disfrutar de la lectura de ADN, el suplemento cultural del diario La Nación.
Por suerte la cultura no vale nada –para algunos- y alguien dejó el mencionado suplemento arrugado, sobre el sofá, en el área de descanso de mi trabajo.
La nota de tapa resulta excitante y prometedora. Juan Cruz Ruiz, periodista español de larga trayectoria ha publicado recientemente Egos Revueltos, un libro sobre la fuente creativa de esos gigantes que amamos: los grandes escritores que dio el siglo pasado.
Como si fuera comida, la mandíbula y la lengua se preparan para banquetear ese compendio de aventuras literarias; el estomago se colma de cosquillas con el adelanto de ese libro y uno se entera de las ocurrencias arrogantes de escritores que uno entraña muy a pesar de que el Ruiz los humanice.
Cita por ejemplo una visita del premio Nobel Pablo Neruda a Tenerife. El chileno se negaba a bajar a tierra porque allí “todavía gobierna Franco”. Los anfitriones se alarmaron ante la posibilidad de perder la compañía de Neruda tan sólo por ese detalle. Al instante buscaron formas de convencerlo, buscaban múltiples razones para contar con su presencia.
Logran convencerlo. Satisfaciendo un antojo culinario.
“-¿Tu crees que acá abajo habrá arepas?”
Como si hubiera una conspiración Colombiana (¿o debo decir colombiano-Argentina?), este país se me aparece en cada lugar al que voy, y la arepa es su símbolo favorito para recordarme que aquello no terminó, que esa experiencia palpita aún en mí, con un retardo que parece sugerir mi inevitable vuelta a esas tierras. Lo irónico, lo triste diría yo, es que no consigo arepas aquí, ni aprendo a cocinarlas.
Y cada nueva experiencia remita a lo mismo: arepa = Colombia.
Pareciera que más allá de los ingredientes se requiere una sazón mágica que sólo ese territorio distante posee.
Colombia. Sueño con tu sabor, me deleito con tus recuerdos, ansío el regreso.
¿”Bajaré a tierra” como Neruda, y al probar arepas todo seguirá igual? ¿Todo estará bien?
sábado, 6 de marzo de 2010
Escenas de la vida cotidiana
Un oficial de la policía sube al colectivo ante el asombro generalizado de los pasajeros; no es común que los transportes públicos sean sometidos a requisas, por lo menos no hasta ahora.
-Cedula verde por favor.
La petición seca y dura llega al chofer, un señor canoso de unos 60 años que ha desperdigado su paciencia en las infinitas veces -que no lo son pero así parecen- que hizo el mismo trayecto una y otra vez.
-Pero… y ¿para qué? ¿Por qué no le pide también el documento a los pasajeros? ¿Porqué me pide a mi los papeles y no a los pasajeros?
La violencia escondida tras el uniforme del oficial se hace presente, se hace carne, se materializa, se hace policía:
-¡Mire señor, ¿usted se piensa que a mi me gusta estar bajo el sol con 29 grados, con una gorrita y una chaleco que pesa veintiocho mil kilos?!
Otro oficial entra en escena, más viejo y tal vez más sabio, y por ende más respetuoso.
-Mejor seguí vos porque sino me voy a terminar peleando con este viejo….
Y esto le ocurría a ese chofer que muchas veces arrancó antes de que yo pusiera un pie en la vereda al bajar del colectivo, a ese señor que cantidades de veces me preguntó hasta donde iba y me inventó una nueva tarifa –que yo no podía dejar de pagar porque salía agotado de mi trabajo-, a ese señor de cuya familia muchos se acordaron cuando no supo aguardar a que subieran más pasajeros que llevaban una hora esperando el único transporte que los deja en su casa.
Yo sonreí. Pero no fue por venganza, no fue por un sentimiento de justicia, fue porque aquella situación me parecía entre tierna y ridícula. Y acaso porque todos nos reímos de la posible pelea, pero nadie –de echo yo me lo pregunté mucho más tarde- se preguntó porqué ahora las reglas del juego habían cambiado y las postas policiales también paraban colectivos.
Y tampoco me pregunté –nos preguntamos- porqué el oficial no dijo “hola” al subir al colectivo ni explicó el motivo de su proceder, bajo el mando de quién operaba y en base a que hacía aquello.
De la misma manera que tampoco me llamó la atención el echo de que el policía se quejara de estar debajo del sol con un chaleco “sumamente pesado” -28 mil kilos ¿?-.
¿Acaso los policías son de un grupo superior que tiene por regla no saludar al entrar a un lugar ni explicar el porque de su accionar? ¿Será que alguien obliga a ese policía a enlistarse y que se le niegan otras profesiones? ¿Es posible que se queje de su trabajo porque en su imaginario un policía solo “caza” ladrones, “tira tiros”, habla mal, toma café y descuida su figura?
Sólo me pregunto…
-Cedula verde por favor.
La petición seca y dura llega al chofer, un señor canoso de unos 60 años que ha desperdigado su paciencia en las infinitas veces -que no lo son pero así parecen- que hizo el mismo trayecto una y otra vez.
-Pero… y ¿para qué? ¿Por qué no le pide también el documento a los pasajeros? ¿Porqué me pide a mi los papeles y no a los pasajeros?
La violencia escondida tras el uniforme del oficial se hace presente, se hace carne, se materializa, se hace policía:
-¡Mire señor, ¿usted se piensa que a mi me gusta estar bajo el sol con 29 grados, con una gorrita y una chaleco que pesa veintiocho mil kilos?!
Otro oficial entra en escena, más viejo y tal vez más sabio, y por ende más respetuoso.
-Mejor seguí vos porque sino me voy a terminar peleando con este viejo….
Y esto le ocurría a ese chofer que muchas veces arrancó antes de que yo pusiera un pie en la vereda al bajar del colectivo, a ese señor que cantidades de veces me preguntó hasta donde iba y me inventó una nueva tarifa –que yo no podía dejar de pagar porque salía agotado de mi trabajo-, a ese señor de cuya familia muchos se acordaron cuando no supo aguardar a que subieran más pasajeros que llevaban una hora esperando el único transporte que los deja en su casa.
Yo sonreí. Pero no fue por venganza, no fue por un sentimiento de justicia, fue porque aquella situación me parecía entre tierna y ridícula. Y acaso porque todos nos reímos de la posible pelea, pero nadie –de echo yo me lo pregunté mucho más tarde- se preguntó porqué ahora las reglas del juego habían cambiado y las postas policiales también paraban colectivos.
Y tampoco me pregunté –nos preguntamos- porqué el oficial no dijo “hola” al subir al colectivo ni explicó el motivo de su proceder, bajo el mando de quién operaba y en base a que hacía aquello.
De la misma manera que tampoco me llamó la atención el echo de que el policía se quejara de estar debajo del sol con un chaleco “sumamente pesado” -28 mil kilos ¿?-.
¿Acaso los policías son de un grupo superior que tiene por regla no saludar al entrar a un lugar ni explicar el porque de su accionar? ¿Será que alguien obliga a ese policía a enlistarse y que se le niegan otras profesiones? ¿Es posible que se queje de su trabajo porque en su imaginario un policía solo “caza” ladrones, “tira tiros”, habla mal, toma café y descuida su figura?
Sólo me pregunto…
lunes, 1 de marzo de 2010
Nescesidad y urgencia
Vivimos en necesidad y en urgencia, y también vivimos de necesidad y de urgencia. Reformulo. Ellos viven de nuestras necesidades y de nuestra urgencia, por eso hacen lo que hacen, con tanta urgencia que se presenta necesaria.
Reformulo.
No piensan en nosotros, piensan en sus necesidades, por eso les urge sacar decretos con tanta urgencia, sin que pasen, como es natural, por el congreso; por eso vetan la voz de las cámaras de diputados y senadores, porque esa es la voz que se ha democratizado y que pretende ser escuchada. Y un emisor sordo que no escucha sólo genera frustración en su oyente que día a día se envenena con los movimientos tan limitados que el espacio mínimo, cedido por un gobernante déspota, le permite.
Siempre la misma historia. Claro que sí, porque quienes tienen poder para cambiarla se levantan de sus sillas antes de tiempo, obedeciendo obcecadamente a un verticalismo insulso; porque el país se define en discursos apocalípticos ante las cámaras de televisión, pero nunca, y desde hace tiempo, en los lugares naturales para el desarrollo de un debate.
Porque el sur también existe, pero sin la esencia no se es nada. Y cuando se es perdedor solo hay una cosa por hacer: forzar la situación. Se puede hacer otra cosa más, pero yo no soy de los que se conforman con lo que ya tienen, no soy de los que se resignan y miran el vaso medio vacío como si estuviera medio lleno. Yo me levantaría a llenar el resto.
Yo yo yo yo.
Suena egocéntrico, pero nadie va a cambiar mi realidad por mi. Ningún agente externo va a mejorar la situación de nuestro país. Ninguna mano mágica que venga desde afuera va a lograr despertarnos de este letargo. Sólo nosotros lo haremos, y nadie más.
Las sesiones en el congreso se inauguraron con el pie izquierdo, pero pareciera que los receptores de ese discurso violento, falaz y autoindulgente se están despertando.
Despertar. Despertar y ponernos en acción: eso es lo que nos urge, esa es nuestra necesidad.
Reformulo.
No piensan en nosotros, piensan en sus necesidades, por eso les urge sacar decretos con tanta urgencia, sin que pasen, como es natural, por el congreso; por eso vetan la voz de las cámaras de diputados y senadores, porque esa es la voz que se ha democratizado y que pretende ser escuchada. Y un emisor sordo que no escucha sólo genera frustración en su oyente que día a día se envenena con los movimientos tan limitados que el espacio mínimo, cedido por un gobernante déspota, le permite.
Siempre la misma historia. Claro que sí, porque quienes tienen poder para cambiarla se levantan de sus sillas antes de tiempo, obedeciendo obcecadamente a un verticalismo insulso; porque el país se define en discursos apocalípticos ante las cámaras de televisión, pero nunca, y desde hace tiempo, en los lugares naturales para el desarrollo de un debate.
Porque el sur también existe, pero sin la esencia no se es nada. Y cuando se es perdedor solo hay una cosa por hacer: forzar la situación. Se puede hacer otra cosa más, pero yo no soy de los que se conforman con lo que ya tienen, no soy de los que se resignan y miran el vaso medio vacío como si estuviera medio lleno. Yo me levantaría a llenar el resto.
Yo yo yo yo.
Suena egocéntrico, pero nadie va a cambiar mi realidad por mi. Ningún agente externo va a mejorar la situación de nuestro país. Ninguna mano mágica que venga desde afuera va a lograr despertarnos de este letargo. Sólo nosotros lo haremos, y nadie más.
Las sesiones en el congreso se inauguraron con el pie izquierdo, pero pareciera que los receptores de ese discurso violento, falaz y autoindulgente se están despertando.
Despertar. Despertar y ponernos en acción: eso es lo que nos urge, esa es nuestra necesidad.
viernes, 12 de febrero de 2010
Olvida
Tu en tus sueños todo lo puedes,
pero jamás olvidas.
Neblinas mentales dibujarán siempre,
fantasías, pasiones, anhelos y recuerdos.
Con la alborada, trágica luz, viene el día,
cruje entonces ante tus ojos la vida:
No todo lo puedes, y eso tampoco lo olvidas.
Ánimo dice la apatía,
todo el polvo que ha pasado bajo tus pies,
te ha enseñado que la tierra,
es pasión… luego olvido.
pero jamás olvidas.
Neblinas mentales dibujarán siempre,
fantasías, pasiones, anhelos y recuerdos.
Con la alborada, trágica luz, viene el día,
cruje entonces ante tus ojos la vida:
No todo lo puedes, y eso tampoco lo olvidas.
Ánimo dice la apatía,
todo el polvo que ha pasado bajo tus pies,
te ha enseñado que la tierra,
es pasión… luego olvido.
jueves, 14 de enero de 2010
Sueño,
que como hay otro sueño/
pretendo despertar de este,
dueño de lo que conservo:
un puñado de ojas tristes,
y una falsa agonía.
Cuando venga la luz y se haga de día,
no estaré diciendo lo que tu ya sabes.
Me hago esclavo de sueños que,
tal vez, no me pertenecían.
que como hay otro sueño/
pretendo despertar de este,
dueño de lo que conservo:
un puñado de ojas tristes,
y una falsa agonía.
Cuando venga la luz y se haga de día,
no estaré diciendo lo que tu ya sabes.
Me hago esclavo de sueños que,
tal vez, no me pertenecían.
lunes, 4 de enero de 2010
La torre más alta del mundo para la gente más rica del mundo.
Una belleza arquitectónica para los ojos sedientos de arte.
Un signo de interrogación para los hombres y mujeres solidarios, generosos, compasivos, preocupados... del OTRO mundo.
Otro acto sin sentido de la voluntad creadora del ser humano puesta a favor del poder, un poder que se alza a 810 metros de altura, por sobre las regiones cargadas de miseria, enfermedades y guerra.
Dubai, el "paraiso".
Una belleza arquitectónica para los ojos sedientos de arte.
Un signo de interrogación para los hombres y mujeres solidarios, generosos, compasivos, preocupados... del OTRO mundo.
Otro acto sin sentido de la voluntad creadora del ser humano puesta a favor del poder, un poder que se alza a 810 metros de altura, por sobre las regiones cargadas de miseria, enfermedades y guerra.
Dubai, el "paraiso".
viernes, 1 de enero de 2010
Tontos
Tontos que por amor/
Irrumpimos/
y el dolor, se vuelve pago y vuelto.
De esto, nada es secreto,
ningún tonto ha negado su humanidad/
ningún enamorado ha dejado de amar.
Pero quién puede estos echos juzgar?
quién puede comprender?
es lo que se ve/
es lo que ha de ser.
Irrumpimos/
y el dolor, se vuelve pago y vuelto.
De esto, nada es secreto,
ningún tonto ha negado su humanidad/
ningún enamorado ha dejado de amar.
Pero quién puede estos echos juzgar?
quién puede comprender?
es lo que se ve/
es lo que ha de ser.
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