domingo, 21 de marzo de 2010

"Bajar" a tierra

Vuelve a mí una y otra vez, hasta el colmo, hasta en lecturas.
Me levanto temprano un domingo nublado con un plan simple en mente: desayunar café con leche con un bizcochuelo de chocolate horneado por mi madre, y mientras tanto disfrutar de la lectura de ADN, el suplemento cultural del diario La Nación.
Por suerte la cultura no vale nada –para algunos- y alguien dejó el mencionado suplemento arrugado, sobre el sofá, en el área de descanso de mi trabajo.
La nota de tapa resulta excitante y prometedora. Juan Cruz Ruiz, periodista español de larga trayectoria ha publicado recientemente Egos Revueltos, un libro sobre la fuente creativa de esos gigantes que amamos: los grandes escritores que dio el siglo pasado.
Como si fuera comida, la mandíbula y la lengua se preparan para banquetear ese compendio de aventuras literarias; el estomago se colma de cosquillas con el adelanto de ese libro y uno se entera de las ocurrencias arrogantes de escritores que uno entraña muy a pesar de que el Ruiz los humanice.
Cita por ejemplo una visita del premio Nobel Pablo Neruda a Tenerife. El chileno se negaba a bajar a tierra porque allí “todavía gobierna Franco”. Los anfitriones se alarmaron ante la posibilidad de perder la compañía de Neruda tan sólo por ese detalle. Al instante buscaron formas de convencerlo, buscaban múltiples razones para contar con su presencia.
Logran convencerlo. Satisfaciendo un antojo culinario.

“-¿Tu crees que acá abajo habrá arepas?”

Como si hubiera una conspiración Colombiana (¿o debo decir colombiano-Argentina?), este país se me aparece en cada lugar al que voy, y la arepa es su símbolo favorito para recordarme que aquello no terminó, que esa experiencia palpita aún en mí, con un retardo que parece sugerir mi inevitable vuelta a esas tierras. Lo irónico, lo triste diría yo, es que no consigo arepas aquí, ni aprendo a cocinarlas.
Y cada nueva experiencia remita a lo mismo: arepa = Colombia.
Pareciera que más allá de los ingredientes se requiere una sazón mágica que sólo ese territorio distante posee.
Colombia. Sueño con tu sabor, me deleito con tus recuerdos, ansío el regreso.
¿”Bajaré a tierra” como Neruda, y al probar arepas todo seguirá igual? ¿Todo estará bien?

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