jueves, 15 de julio de 2010

Que facil y que inconsciente es ser progresista

Ya se perdió todo. Porque hasta ser progresista es una cuestión de actitud, es pura moda, es puro presente, y por tanto es irreflexión. Nuevamente la juricidad entró en conflicto con los valores, con algo que está más allá de la discusión barrial y ganó lo inmediato. El debate que debía haberse prolongado se acortó, y el resultado ya es inmodificable. Dirán, ¿para que per-der más tiempo en esto? ¿Por qué perpetuar la negación de derechos a una persona? Muchos defensores del proyecto aprobado arguyeron que no habrá matrimonios o adopciones en masa a partir de la publicación en el boletín oficial, entonces ¿cuál era el apuro?
Renovado estaba el ánimo de la sociedad el año pasado cuando diputados no oficialistas fue-ron electos, se suponía que esto iba a darle energía, vitalidad y lucidez al congreso. Pero hoy acecha a la sociedad, nuevamente, el temor que detrás de este proyecto controversial, que ya es ley, haya una jugada política como en otros que han sido o esperan a ser tratados, como la ley de medios, el proyecto de protección de los glaciares o el aumento de las jubilaciones.
No resulta extraño también que un gobierno que siempre se caracterizó por mantener viejos mitos políticos, o construirlos, luego de enfrentarse con los “oligarcas” del campo, los grandes grupos de medios “monopólicos”, los “gorilas”/”fachos”, ahora elijan enfrentarse con los “conservadores” católicos.
Esta artimaña que siempre fue notoria, y que parece que también tuvo injerencia en el trata-miento del matrimonio gay, no debería ser una practica constante, no debería ser tolerado por nosotros. Más allá de las diferencias, el pueblo no debería dejar que las discusiones se polaricen, se politicen, y sean usadas como estandarte o arma de fuego por un partido político. Porque las leyes antes citadas tienen un efecto a largo plazo, producirán cambios en la sociedad que hubiese sido mejor prever. Y porque además, quién hoy esta en el gobierno, probablemente mañana no lo este, pero sin embargo, conservaremos los problemas que acarreamos por sus conflictos personales o partidarios.
Cuando se aprobó la ley de divorcio, el ala progresista fácilmente se burlo del ala conservadora diciendo que no iba a haber divorcios masivos. Ser progresista es fácil. No hubo divorcios masivos ¿pero que cambios produjo la noción de que si un matrimonio no funciona, es fácil separarse? ¿Qué efectos provocó en la familia, que es el núcleo de una sociedad que progresa?
Hoy vemos uno de esos efectos, que se dieron con la ley, y que estaban antes de ella inclusive: hogares desunidos, madres solteras, niños sin infancia que vagan por las calles muriendo de frio, robando o comiendo. La ley solo asentó algo que ya estaba sucediendo, dio facilidades para que los hogares se desintegraran. Y la perdida de valores hoy es notoria. Pretender que la desintegración del hogar, no este vinculada con la violencia en los colegios, sería vanagloriare de una ceguera moderna.
A las personas homosexuales les corresponden los mismos derechos que a las heterosexuales; casarse, ser heredero ante el fallecimiento de su pareja, divorciarse, e inclusive tener hijos. Como de hecho, ya muchos los tienen. Pero ¿es lo mismo? ¿Todo es relativo? Lejos de creer que porque un niño sea criado por dos lesbianas o dos gay va a tener tendencias homosexuales, probablemente no sea lo mismo, porque aun cuando ellos pretenden ser iguales ante la ley, ellos mismos destacan su diferencia. Eso es pecado para el catolicismo (porque así lo dice su dogma, no porque sean “conservadores), pero no esta mal. Y esa diferencia de origen dará un resultado diferente. Un resultado no previsto. Un resultado que como cuando se afirmó el divorcio no se previó. Entonces ¿era necesario aprobar con prontitud esta ley?

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