miércoles, 16 de junio de 2010

¿A quién le importa?

“También se mantuvo una tendencia histórica en Colombia: los jóvenes, la base de Mockus, generalmente no salen a votar y en la primera vuelta tampoco lo hicieron” Diario la Prensa, Colombia, 16 de junio de 2010.

¿A que esperamos? ¿Por qué el conformismo? ¿Por qué la pasividad? Internet y su grandiosa plural oferta de contenidos ha embotado nuestros sentidos. Se ha perdido la acción política. Se perdió la conciencia de que son los jóvenes, y nadie más, quienes pueden cambiar la realidad de su país. Son los únicos a quienes no los aprisionan las telarañas y pueden actuar con pasión y desparpajo.
¿Y donde están?
Detrás de un monitor, materializando su participación política en un simple click a través de facebook: “me gusta”. Hasta ahí llegan sus (nuestras) convicciones.
Antes el mundo se degradaba y nadie hacia nada. Alguien secuestraba a un judío y las personas miraban para abajo y seguían sus labores, porque como dijo Bertold Bretch “a mi no me importó, porque yo no era”.
Hoy nos alegramos, autosuficientes, porque nos creemos conscientes de la realidad, críticos del sistema, y seguros de que numerosas agrupaciones en que está disemi-nada la sociedad civil satisfacen esa demanda de "unidad del pueblo" que en tiempos difíciles como aquellos de la segunda guerra mundial no había. Su mayor expresión: los grupos de facebook.
La realidad nos desapasiona, y nos parece mediocre y triste sólo porque nosotros la dejamos ser. Porque no actuamos. Porque estamos desunidos y no perdonamos nuestras diferencias.
Si hay algo valioso que enseñó Mockus es que hay que bajar el nivel de agresividad en una discusión, hasta alcanzar el dialogo hermanado donde los polos opuestos se encuentren sin dejar de ser la contracara del otro.
Gane quien gane esta elección, es necesario tomar conciencia desde ahora de que la realidad perece por nuestra falta de acción; es necesario recordar a tantas personas que lucharon por una Latinoamérica unida –y que no cabe nombrar porque fueron simples humanos y no ídolos como hoy los dibujan-; es necesario que entendamos que más allá del color o la religión que cada uno profese somos hermanos porque hay una identidad compartida.

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