viernes, 2 de julio de 2010

La derrota de Brasil se festeja en Argentina

Nunca me tocó viajar en tren y adivinar porque algún pasajero sonreía. Hoy lo supe. Y si pensaba que estaba equivocado, cuando alguien hablaba en portugués las sonrisas volvían y mi hipótesis se reafirmaba.
Quince minutos antes cruzaba la avenida del Libertador con celeridad, acompañado por la lluvia de bocinas y burlas que los simpatizantes Brasileños se ganaban.
Ver el segundo tiempo en la pantalla gigante que el gobierno de la ciudad colocó en Plaza San Martín fue una experiencia cultural: del lado de recoleta los coloridos brasileños, con el animo atípicamente caído animaban a su equipo; del otro, donde me encontraba yo, estudiantes, oficinistas y obreros de la construcción (con reglamentarios, pero oportunos, mamelucos anaranjados), enmarcaban un sentimiento unánime: el festejo ante la derrota brasileña, el destape del rencor recolectado luego de años de arrogancia de nuestro vecino, de años tratándonos como ladrones, embusteros y demás.
La victoria futbolística fue más que eso para el pueblo argentino que festejó un triunfo ajeno sobre un hermano…

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